domingo, 4 de marzo de 2012

Jesús Munárriz - Reseña del profesor Fernando Parra

El pasado viernes se presentó en el Aula de Poesía de Cambrils -bajo la dirección de Ramón García Mateos- el poeta Jesús Munárriz.

El profesor Fernando Parra ha realizado una reseña sobre visita del poeta a Cambrils, ahondando en su poesía.

Dice el prof. Parra:


“Un poeta comprensible tiene pocas probabilidades de sobrevivir”. Esta cita de Eugenio Montale encabeza uno de los varios poemas en los que Jesús Munárriz reflexiona sobre su labor poética, pero no para seguir el consejo que se desprende de la afirmación de marras, es decir, el de buscar ese halo de misterio con el que se granjean la fama y el prestigio los poetas herméticos, sino para hacer todo lo contrario. Así, haciendo caso a Montale, si un poeta comprensible tiene difícil su supervivencia, Jesús Munárriz es entonces un poeta declaradamente suicida y sus versos claros y diáfanos, la cicuta con la que se da la muerte literaria. Munárriz, pues, no “echa de comer a la hermenéutica” ni a los “taxidermistas líricos”, que anhelan la oscuridad para erigirse en una especie de selectos intérpretes oraculares que alumbran al desorientado lector. Porque el lector de Munárriz sólo necesita los versos de Munárriz, sin intermediarios, y esto no actúa en menoscabo del rigor artístico, requisito irrenunciable en “las poéticas” del autor donostiarra.

Porque ¿para qué la oscuridad cuando le cantamos al amor, que es lenguaje universal? El amor, que Munárriz considera “motor del mundo”, refugio de los amantes contra esa cruel realidad amenazante “de edredón para fuera”; el amor, hallado en los ojos de ella cuando los del poeta, que “desesperan de este mundo / atropellado, loco y aturdido, / se encuentran con los [s]uyos y al mirarlos / ven que en ellos se ven sólo al amarlos / y sólo en ellos ven algún sentido”.

¿Y qué extraños sudarios requiere la muerte, esa “autopista al abismo”, sin peaje? ¿A qué disfrazarla cuando la Nada se impone sin tapujos y nuestros ojos, al mirar el cielo, son sólo “oscuros jeroglíficos ofreciendo un sentido / a un horizonte terco que no tiene ninguno”, “intentonas fallidas de darle una apariencia racional al vacío”? La religión es, en este sentido, otro lenguaje oscuro y, por ende, banal, al que se aferran los hombres, “siempre buscando compañía etérea / con tal de no asumir su destino de polvo”, amparados en la iglesia, ese “redil de nuestros miedos”.

¿Qué sentido tiene el lenguaje críptico cuando queremos denunciar las injusticias sociales, los abusos de los políticos, los regímenes totalitarios, las atrocidades de nuestra guerra civil? ¿Acaso no se requiere para ello la palabra directa, sin concesiones al abuso retórico? Eso sí, sin el lenguaje panfletario del militante que, en su inflexible y encendida parcialidad representa también otra manifestación de la oscuridad, sino con el lenguaje limpio de quien se solidariza con el sufrimiento de los demás. Ese es Munárriz.[Seguir leyendo el artículo completo en: Cesó todo y déjeme]

FUENTE

Jesús Munárriz. En: Cesó todo y déjeme